Salí del apartamento con un portazo, no soportaba más los
gritos de mi madre ¿ni en vacaciones se podía calmar? Seguía sin entender cómo
a mis 20 años tenía que seguir viniendo a estos viajes ¡Oh!¡Sí! El pequeño
Peter, mi hermano.
Mi familia paterna era inglesa y mi familia materna
argentina y aunque vivíamos en Essex, una pequeña ciudad de Inglaterra,
estábamos veraneando en Ibiza ¡España! Personalmente, amaba este país y su
cultura porque me recordaba mucho a Argentina y mis primos de allí, siempre
felices, celebrando y despreocupados pero a la vez coherentes. Mientras pensaba
en lo que me gustaba esta isla llegué a la playa, esa preciosa playa.
Cogí mi toalla de flores azules y la coloqué en el suelo
junto a mis chanclas y mi bolso, me quité el pareo y lo dejé caer para echar a
correr al agua, no me preocupé de que me robaran porque era una playita pequeña
que conocía muy poca gente y todos nos conociamos.
Me relajé bastante rato estube una media hora nadando y imaginándo
que era una sirena (yo, y mi infantilidad) todo iba bien hasta que me giré y vi
a dos tipos jugando con mi pareo ¿qué se creían? Salí del agua con malos humos
y mi dirigí a ellos.
-¿HOLA?- Grité
Se reían y hacían comentarios en inglés, creían que no les
entendía y por ello seguían. Hasta que yo también comencé a hablarles en perfecto
inglés.
-Divertidísimo ¿verdad?
Silencio y miradas incrédulas entre ellos.
-Perdón, pensamos qué…
-¡Oh!¡Por dios! No hay ninguna excusa creíble.
-Vamos, tío, tiene razón, no nos disculpes.-dijo el chico
con el pelo castaño.
-Me llamo Danny ¿Y tú?- Añadió el chico rubio.
Ambos se carcajearon ruidosamente, desconocía lo que hacía
tanta gracia pero sonreí amablemente.
-Natalia, pero llamádme Nat.
-Encantado, yo soy Tom.- Informó el chico con pecas.
De nuevo ruidosas risas y tras saludar con la mano se fueron
corriendo ridículamente para ver quién era más borrego.
Hice un pequeño gesto y me tumbé a tomar el sol para
intentar relajarme de nuevo.